"El pez en el agua" es una obra de enorme valor emotivo y literario, una exquisitez para los lectores interesados en la vida del Nobel. Publicada en 1993, ella se constituye según palabras del propio Mario Vargas Llosa en una especie de revancha personal, un manifiesto para cerrar y curarse de probablemente el capítulo más aciago de su vida, la derrota en la campaña presidencial de 1990 a la que había dedicado todas sus energías. En él Vargas Llosa expone episodios particulares y enternecedores de su vida, así como las interminables peripecias como candidato a la presidencia.

Los sucesos en el libro se narran a doble tiempo donde alternando capítulos cuenta primero, ocupando la mitad de la obra, con suma precisión sus recuerdos de niñez y adolescencia en Cochabamba, Piura y Lima; el descubrimiento de que su padre Ernesto a quien creía muerto estaba con vida; la tragedia en que se convirtió su existencia viviendo con este, el primer dictador al que tuvo que enfrentarse ; así como su paso por San Marcos y sus tiempos como periodista y escritor principiante.

La otra mitad del libro se ocupa de las peripecias y anécdotas de la  campaña presidencial funesta, en la que describe con magnifica nitidez los detalles perversos y la vileza de personajes como Alan García,  interesado en destruir su candidatura no solo porque ya Mario se había levantado en contra de la estatización de la banca (propuesta por García en 1987), sino porque amenazaba con investigar las fechorías del régimen de llegar al gobierno.

Fue Alan García quien construyó toda una maquinaria estatal en contra del escritor y la puso a disposición del desconocido Alberto Fujimori, quien finalmente ganó en segunda vuelta  luego de una campaña sucia, totalmente injusta, marcada por los sicosociales y la atemorización a la población respecto a las reformas que planeaba realizar Vargas Llosa (apertura a la economía de mercado, privatización, flexibilidad aboral, etc.) La más sucia quizás del Perú republicano por lo escandaloso que resulta que el mismo gobierno se ensañe tan descaradamente en contra de un candidato por medio de campañas de desprestigio y descredito orientadas a convencer a los peruanos más pobres  de lo peligroso que representaba para ellos la aplicación del programa liberal del Fredemo. Temas como el agnosticismo de Vargas Llosa, su crítica al nacionalismo y las frecuentes referencias en sus libros a sexo, burdeles, homosexualidad y  promiscuidad se convirtieron en los puntos que los rufianes del aprismo aprovecharon para desprestigiar su candidatura. ¿Quieres un presidente ateo? se leía en uno de sus  asquerosos panfletos creadores de miedo en la población.

Comentario aparte, me parece repugnante que siempre en política son los hechos anecdóticos e insustanciales de la vida de la gente las que se convierten en excusas para destruirlos y quitarles mérito. Mientras subsistan estos signos inevitables de estupidez y barbarie,  estaremos condenados a una opinión pública basada en prejuicios generalizados, religiosidad fanática y nacionalismo barato, eternos males de la humanidad.

Sin embargo también el escritor reflexiona sobre los errores cometidos en la interna de la alianza del Fredemo, que aparecía ante los ojos del electorado como la candidatura de los ricos (el exhibicionismo de sus candidatos al  Congreso y el Senado, la poca identificación con los peruanos más pobres  y la pugnas entre Belaúnde y Bedoya Reyes, sus aliados, por liderazgo y portadas) . Pero sobre todo se trasluce un sentimiento inevitable de frustración por la derrota presidencial, por la que tuvo que sacrificar su trabajo como escritor para dedicarse en cuerpo y alma a transmitir en plazas y pueblos el programa liberal con las reformas que salvarían al Perú nefasto de esos años, agobiado por la hiperinflación y la postración social que amenazaban con sumir al país en la insostenibilidad y la quiebra.

Conmovedoras también son las historias vinculadas a su vida personal cargadas de una emotividad y añoranza que conmueven hasta las lágrimas. Sus amores de adolescente, sus estudios en el colegio Leoncio Prado (y ese redescubrimiento del Perú de los pobres), su iniciación sexual, su relación clandestina con Julia y su  posterior matrimonio en un pueblecito de Chincha. Da cuenta también de aquel Mario que tuvo que desempeñar hasta siete trabajos para mantener su matrimonio, así como del bohemio que trabajaba en los periódicos y su irrupción como partidario de un grupo marxista en San Marcos.  El pez en el gua es una delicia, que nos presenta al Vargas Llosa humano más allá de la gloria literaria y nos traslada a diferentes escenarios políticos del Perú de los últimos cincuenta años. Un deleite puesto al alcance que los lectores que lo amamos y admiramos.